Ethos-Pathos: Eros
La historia del diseño como disciplina es un constante debate entre ser y parecer. No en vano los grandes movimientos del siglo XX se conciben bajo la pretensión de hacer perceptible la visión de ser propia de cada época que les vio nacer. Uno de los grandes retos del diseño ha estado siempre en la argumentación de sí mismo desde el ethos, más allá de lo meramente patético (del pathos).
A comienzos de un nuevo siglo, y en el medio de debates sobre la pertinencia de nuestros sistemas políticos y económicos, el análisis ontológico del diseño parece ineludible. De nuevo ser y parecer. Como pasó con el arte en el último cuarto del siglo XX -la pregunta no es ya quién hace arte o cómo hace arte, sino para qué-, son los tiempos de preguntarnos lo mismo acerca del diseño: ¿Por qué hacerlo? ¿Para qué hacerlo? ¿Para quién hacerlo?
Estamos acostumbrados al starsystem y a las reglas de ese juego. En menos de 100 años hemos pasado ya por las academias del diseño y llegado al extremo de la referencia mediática y la producción global. Al margen (o en la tangente) de los debates propuestos desde el antidiseño –nuestro entorno a duras penas ha vivido el diseño como academia o desde el strardom-, Villasana, Plasencia, et al. se propone elaborar objetos de diseño desde la paradoja ethos-pathos.
Como diseñadores vivimos y trabajamos en la ciudad industrial de León, Guanajuato, en México. Desde la posguerra, León ha tenido una economía con impacto global exportando bota y zapato a partir de la II Guerra Mundial, lo que dio gran desarrollo a una de las industrias secundarias de la entidad –en ese entonces rebocera-, permitiéndole sobrevivir las dos guerras y dos inundaciones que la asolaron a principios del siglo XX para convertirse en la “capital del calzado”. Hoy en día, bajo ese mismo patrón global, la ciudad se encuentra amenazada en su economía fundamental, ya que aún habiendo desarrollado una impactante y competente gama de proveeduría entre gremios curtidores, químicos y artesanales, tiene que vérselas con mercados emergentes más competitivos en el sistema económico imperante, particularmente, el chino. Todos sabemos que no hay vuelta atrás, solamente sobrevivirán los más fuertes. Villasana, Plasencia, et al. se propone desde su quehacer una contribución –pequeña quizá, pero significativa- a la creación de una economía alterna y local que a través de objetos de diseño pueda dar una nueva vida a la infraestructura existente.
La línea de objetos Dermis, está concebida desde la responsabilidad social del reuso, conscientes de que un solo mueble u objeto requiere de colaboraciones multidisciplinarias y produciendo de forma constante, pero artesanal, objetos que no pueden reproducirse en serie, y que sin embargo, bajo diferentes premisas de producción, pueden ser accesibles a todo nicho de mercado.
El secreto está en la resurrección de un objeto en tiempo muerto mediante una “segunda piel”. Esta nueva piel proviene de la industria local cuero-calzado: materiales sintéticos, pieles, metalizados, herrajes, que se implementan en un objeto propio o de segundo uso para que éste, lejos de perder su historia, mediante la intervención del diseño logre trascender el tiempo, el espacio, y porqué no: la moda. En Villasana, Plasencia, et al. pretendemos reescribir en la historia de un objeto, de una familia, de una ciudad…en tiempo líquido: Eros eterno.
Así es como un material sintético, que ha caducado para los fines que fue creado –suelas de zapatos, aplicaciones instrumentales, detallado automotriz-, altamente contaminante al deshecho, se transforma en la metáfora perfecta de lo inasible cuando se le vierte sobre un objeto: la piel del tiempo recubre otrora muebles de deshecho y los transforma en piezas únicas, en bienes simbólicos.
¿Le parecemos pretenciosos? Disculpe, somos diseñadores: debemos parecerlo.
Mario Plasencia + Grisell Villasana